Aldea Pingüino ________________________

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¿Y mis vacaciones? ¿Qué ha sido de ellas?


¡¡¡O dios mío… me las han robado!!!

¡Que crueldad, que sin piedad… que mala hostia joder!

Han sido nueve días y casi no me he enterado…

¡¡¡quiero máaaaaaaaaaaas!!!

En mucho tiempo, estas vacaciones, han sido sin duda, las que más rápidas me han pasado.

¿Y porque?
No lo se… ¿será que me lo he pasado de puta madre?
Será…

Las comencé con una cena en casa de mis amigos, a familia Crepusculín.
Al día siguiente, teníamos comida en casa de Olguita… mi amiga de toda la vida.
El lunes, comenzaban oficialmente mis vacaciones y de entrada, decidí pasear por el mercadillo de Santako y comprar más de un caprichito…
El martes, Peasho aun curraba y yo acabé de organizar todas las maletas y demás trastos que nos teníamos que llevar a Olocau del rey.
Por la tarde fui a recogerlo al trabajo y desde allí nos dirigimos a buscar a la familia Telerín (los tetes).

Nuestras vacaciones daban comienzo a las 20:45 de la tarde del martes día 5 (que lejos queda ya, joder…).

Llegamos al pueblo sobre las doce de la noche y la faena fue nuestra para calentar la casa que llevaba más de dos meses cerrada.
Lo primero que hicimos fue encender la chimenea para no morir congelados… madre mía que frío…
Seguidamente le mangamos a la vecina un bote de tomate (que envasa ella misma y almacena en el sótano de nuestra casa, bueno... que es la suya, nosotros solo se la tenemos alquilada) a esas horas no nos daba tiempo de hacer cenitas, así que con un poco de pan con tomate (mangado) y embutido, nos era suficiente para sobrevivir.

Operación “irse a la cama”…
A ver quien era el primer listo que tenía cojones a meterse en las habitaciones y no morir en el intento…

Os recuerdo que la casita que tenemos en el pueblo no es una simple casita… es un palacete del siglo XV más viejo que el mear de pie pero mola que te cagas.
Lo malo es que en invierno, te puedes morir helado… parecíamos los hermanos Marx pidiendo “más madera”…

En fin, que superada la primera noche, lo demás ya era pan comido.
La leña se consumía a pasos de gigante y nuestros cuerpos poco a poco volvían a ser rosados… el azul quedó en el recuerdo.

Al día siguiente descubrimos que a eso de las “2 de la tarde” estábamos a 4 grados… solo.

Llevamos a los tetes a ver los molinos y certificaron, que el viento huracanado que yo sufrí hace unos meses (de hecho colgué un vídeo por aquel entonces) era real, pues ellos mismos sufrieron en sus carnes ese huracán del trópico, perdido en tierras castellonenses.
Ya por la tarde el frío era más intenso y decidimos hacer unas partidas de trivial y de bingo a la vera de las llamas de la chimenea.

Al día siguiente se nos sumó Akroon y su MMM.
La barbacoa que hicimos, era digna de Condes. (dicen, que el palacete era de un marqués y yo solo de pensar en los años que hace que está construido y la de gente que la debe haber palmado allí se me ponen los pelos de punta).
Después de comer como cerdos y de beber como cosacos, nuestros cuerpos parecían sacos de patatas… inmóviles en las butacas y esparcidos por todo el salón…

Al día siguiente nos acoplamos todos en casa de Akroon, que está a pocos kilómetros del pueblo.
Allí volvimos a dar cuentas, de lo que unos seres de vacaciones pueden llegar a zampar…
Ese día también fuimos a comprar queso a Tronchón y a pasear por las calles de Mirambel.
Por la noche volvimos a palacio… jejeje.
Dammy al final, no pudo acercarse a visitarnos... a ver si hay más suerte en otra ocasión.

Al día siguiente ya regresábamos a casa… tristes de dejar el pueblo pero con ganas de volver a la civilización y a la calefacción.
Llegamos sobre las 22h y mi regalo por haber sido tan buena durante esos días fue, un buen plato de sopa humeante…


Ayer domingo, tuve el gran honor, de ir a conocer a la familia de mi amiga dominicana.

Por fin… después de dos años, están en casa, con mamá.
En alguna ocasión os he hablado de Olga, mi amiga. (que no es la misma que Olguita, Olga es de santo Domingo y Olguita es de Barcelona y amiga mía desde la más tierna infancia).
Olga, llegó a nuestro país hace dos años largos, se vino desde su tierra para trabajar, ganarse la vida y poder mandar dinero a sus tres hijos y a su marido.
Desde que llegó, solo hizo que pensar en traerse a su familia con ella y tuvo que trabajar muy duro para eso.
La conocí cuando apenas llevaba dos semanas aquí y desde un principio nos llevamos muy bien.
He sufrido con ella por las enfermedades de sus hijos a miles de kilómetros de distancia, por la añoranza de verlos, por las penas económicas y por la falta de compañía que ella tenía.
La he ayudado en todo los que ha estado en mi mano y si yo hubiera podido, esos billetes de avión, que tanto tiempo le ha costado comprar, se los hubiera regalado. Puta mierda de dinero…
Pero el final es lo que cuenta.
Y el final, en esta ocasión ha sido más que feliz.
Recuerdo como a primeros del mes de agosto, Olga vino a la pelu y abrazándose a mí, me dijo que los papeles ya estaban en marcha, que se los habían aceptado y que la reagrupación familiar ya estaba en proceso.
Ayer tuve el gran placer de abrazar a los tres hijos de Olga.
Ya están en casa de mamá, con papá... toda la familia junta.
Estás serán sus primeras Navidades en Barcelona.
Sus primeras navidades usando guantes y bufanda.
Ayer estaban medio muertos de frío y es que no me extraña, allí en su país, lo más frío que conocen son los helados de fresa, pues la temperatura es muy cálida en todas las épocas de año.


Como veréis, mis vacaciones han dado para mucho y tengo la sensación de haber estado desocupada, solo un fin de semana.

Por cierto… ¿sabíais que en el mundo, concretamente en Chile, hay un hijo de puta menos?

Oio!!!

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