31.3.08

 

Con una sonrisa dibujada en los labios

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Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar...



Y eso es lo que hemos hecho.
Pasar... pasar de algo que no nos convenía y que desde hacía mucho, al menos yo, deseaba que terminara.

El pasado viernes tuve el día más maravilloso de los últimos años (sin contar el día que nació Peashita).

Desde hacía cerca de tres años, una espinita se había clavado en mi corazón y no dejaba de pinchar cada vez que le apetecía.

No voy a entrar en detalles porque no es mi estilo pero estoy tan contenta y emocionada que no podía dejar de compartir con vosotros mi alegría.

Se ha terminado una mala temporada para mí y para mi familia.

He recuperado ha alguien a quien no debería haber perdido jamás.

Y no solo es eso, es que mis hijas recuperan mucho también. Peashita tendrá algo que no conoce aun y Gatchán volverá a tener lo que perdió sin tener nada que ver.

Sé que para el que no sabe de que va esto, es difícil de entender, puede que parezca un juego de palabras sin sentido, pero os aseguro que para mí es de suma importancia.

A veces, la vida nos regala tanto dolor que formas a tu alrededor una coraza para protegerte de lo que te pueda venir y sin darte cuenta la has hecho tan impenetrable y estás tan acostumbrado a ella que la usas por sistema y cuando no es necesario.

Forma parte de tu vida, dejas de sonreír en el día a día. Ves fantasmas donde no los hay. Desconfías por sistema y te vuelves triste… muy triste.

Si bien lo que he recuperado no ha sido la causa de todos mis males, el haberlo perdido reforzó mi particular burbuja anti-emociones.

Con mi familia y mis amigos, había hablado muchas veces del tema, pues en muchas ocasiones me siento muy arropada por la gente que me rodea (y eso es muy bueno). Les decía que veía muy lejano el día que terminara todo esto. No hace más de un mes seguía pensando que era imposible recuperar lo que había perdido… y a día de hoy, todavía me cuesta creer que lo que me pasó el viernes es cierto.

No quiero enrollarme mucho más pues supongo que el que no sepa ha que me refiero, debe de estar más perdido que un pulpo en un garaje.

Solo me queda decir una cosa:

Nunca, nunca dejéis que unas malas palabras o unos malos entendidos (por culpa de los nervios, rabietas o cojones) destrocen lo único bonito que te vas a llevar en esta vida.

La familia y los amigos…



Y después de este momento Scarlet O’hara llega la hora de presumir de princesitas.


¿Pero como me han salido tan guapas las niñas?

Gatchán ya es una mujercita y Peashita un solete que no para de sonreír.

Como es normal, la que ahora nos hace más monerías es la pequeña, pues ya ha comenzado ha reír, ha gritar, hace pedorretas con la boca, coge cosas con las manos y esta tarde ya ha sido el remate… ha Peasho se le ha caído el alma a los pies cuando su princesita le ha llamado “papa”.

Ayer mi suegra la cogió en brazos y la puso derecha encima de la mesa del sofá y sujetándola por las axilas la niña se mantenía en pie, pero para nuestra sorpresa, la soltó levemente y la peque se mantuvo derecha durante un segundo o dos… y os recuerdo que hasta el día 9 de abril no cumple los 5 meses.

Gatchán está todo el día pegada a ella y la maneja como si fuera una muñeca más de su colección. En todo momento está pendiente de su hermanita y si por ella fuera le daría todas las tomas, le cambiaría los pañales y no la soltaría ni para ir al cole.

En fin, que podría escribir cinco páginas más solo hablando de ella y de su hermana pero aburriría… si no lo hago ya!

Así que me despido por hoy que ya es la hora de la pastillita de Peasho que está bajo tratamiento psiquiátrico… y si no me creéis… pasaros por su blog y veréis que no miento.

Ya voy cariño… ya voy.

Oio!!!

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